martes, 25 de agosto de 2009

Reina y Perla, dos perritas que generaron una cadena de favores y un hermoso milagro en El Cafetal...(Parte I)

Claudia González Gamboa
0416 8160706
En otras entregas mostraremos la historia de Rambo, de Tigre y otras mascotas...












Lo que comenzó siendo la denuncia y petición de ayuda para dos perras que habían abandonado amarradas a un poste en El Cafetal, ha culminado con un final feliz. El término de una etapa dura de abandono, y el inicio de una vida de protección y amor para quienes conocimos a las perritas como Duquesa y Princesa (los nombres que les pusieron los obreros que las salvaron), “Las carupaneras” (apodo de Rescátame.com), y una vez que dimos con el veterinario que las atendía, supimos que son Reina, de 13 años y Perla de 10: madre e hija.

Denunciamos el abandono y la crueldad que representa, el día que subiendo por mi calle, las vimos amarradas de un poste. Ante la parada obligatoria, uno de los obreros nos ofreció regalárnoslas… De ahí en más, una cadena de pequeños milagros se ha ido hilvanando hasta dar con este hermoso comienzo existencial para Reina y Perla.

En el decurso de las 4 semanas que median entre el día en que las vimos y el día en que las entregamos a su nuevo hogar, descubrimos mucho de una historia que se repite hasta el dolor.

El esposo de la que fue “dueña” de Reina y Perla se fue de la casa. Abandonó el hogar. Poco tiempo después la señora decidió vender la casa y se deshizo de las perras que eran de él. De tal forma, que ella repetía el abandono del que ella misma fue víctima..


La solución que la señora encontró para estas dos perras que la acompañaron a ella, a su hijo y a su esposo por 13 y 10 años fue llevarlas a “dormir”, pero su veterinario no pudo hacerlo.

Dos perras que ese médico atendió desde cachorras serían “dejadas” para que él les aplicara la eutanasia. No podía aceptar. Lo que jamás se imaginó el doctor fue que la señora dejaría a las perras solas a su suerte y se iría sin voltear a verlas nunca más.

Descubrimos también que las perras no eran de la casa que estaba en remodelación extrema y donde los obreros las guardaban en la noche, sino de la casa vecina: Sin ellos que las rescataron, las alimentaron, les compraron comida, pidieron permiso para protegerlas, ellas hubiesen perecido, sin duda.



Descubrimos la buena voluntad de los nuevos dueños de la casa en remodelación que permitieron que las perras estuvieran allí mientras “ocurría algo”. Pasamos por Plaza Las Américas una tarde y vimos un anuncio pidiendo hogares para ellas: la dueña de la tienda había decidido imprimir la foto a modo propio y colocar nuestros teléfonos y señas electrónicas para replicar la información.


Ratificamos entonces que la “buena voluntad” no es algo que sentimos en el corazón en forma de conmiseración y dolor, sino la voluntad de acción que desplegamos, el hacer activo. La piedad que vale es militante, no contemplativa.

Ese “algo comenzó a ocurrir”. Unos cuantos proteccionistas que vieron la nota en una red social o recibieron correos electrónicos que daban cuenta de la situación, se acercaron al lugar y les llevaron agua, les tomaron fotos y publicaron la historia en sus perfiles de facebook.

Esto desembocó en que una proteccionista muy activa nos llamara y nos ofreciera protegerlas, mientras ellas vivieran si no salía una adopción. Ya vacunadas por otra proteccionista, Leonor, y esterilizadas hicimos la entrega a Judith y Omar: imposible estar más agradecidos con ella y su labor. Las perritas estaban fuera de los escombros y protegidas en ese hogar temporal.

Pero, los milagros existen y la misma noche del traslado de Reina y Perla a su hogar temporal que tan amorosamente les ofreció Judith, nos llamó una señora que las conoció el día de la jornada de esterilización. Le habló a su hermano Felipe del caso y éste, sin pensarlo ofreció adoptarlas. Siempre ha vivido con perros y tiene a otros perritos mayores. Al llamarlo nos dijo que amor, cuidado y protección estaban garantizados. Que no conocerían de nuevo el abandono.

De tal forma, que la acción de cada uno de nosotros, al denunciar, solicitar ayuda, proteger, vacunar, esterilizar, publicar, redactar avisos, pegarlos en tiendas y comentar, dio sus frutos.


“Las carupaneras” vivirán el resto de vida que San Francisco les tenga destinados bajo la estabilidad de un hogar comprometido.

Existen los milagros. Cada vez que alguien voltea y actúa genera uno.



Claudia González Gamboa
www.rescatame.com
adopciones@rescatame.com
0416 8160706

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